Controlar la obesidad: un problema de peso
Pareciera que de tiempo en tiempo la humanidad despertara de un sueño y se diera cuenta de que algo que hace de rutina, constituye en realidad un serio problema de salud pública. En el siglo pasado despertó con horror al darse cuenta de que el aparentemente inocente cigarrillo mataba a casi 6 millones de seres humanos en el mundo cada año. Ahora el mundo esta lentamente despertando de la pesadilla de la obesidad y sus consecuencias sobre la salud y la economía.
Pero al igual que sucedió con la lucha anti tabáquica, la lucha contra la obesidad se esta planteando como un enfrentamiento político social entre los siguientes actores:
- Los defensores de la salud pública.
- Las industrias de alimentos procesados y bebidas altamente azucaradas.
- Las grandes empresas de publicidad que viven de las propagandas de esos productos.
- Los medios de comunicación que dependen económicamente de esos avisos de publicidad.
- Los defensores de los derechos individuales que piensan que el estado no debe reglamentar lo que sus ciudadanos puedan o no puedan comer.
- El público que se ha acostumbrado a consumir comidas procesadas y bebidas en latas y botellas, porque les ahorra tiempo y es parte de la vida moderna, y
- Los políticos que se inclinan por uno u otro lado de acuerdo al vaivén de las olas electorales.
La reciente aprobación de una ley que regula la publicidad y la disponibilidad de comida chatarra en las escuelas en Chile y un proyecto de ley que intenta seguirle los pasos en el Perú, nos han motivado a describir en este post las similaridades entre la lucha contra el tabaco y la lucha contra la obesidad.
La obesidad es considerada por la Organización Mundial de la Salud como un problema de salud que amenaza el desarrollo social y económico de la humanidad entera. Es tan serio este asunto que por segunda vez en su historia, la Organización de Naciones Unidas ha contemplado un asunto de salud en su asamblea anual. Sucedió en setiembre del 2011 cuando la Asamblea General aprobó por unanimidad una lucha global contra las enfermedades crónicas no trasmisibles, incluida la obesidad. La primera vez que la ONU había tratado un problema de salud fue para diseñar el programa de control global del SIDA en el año 2001.
Por otro lado, el foro económico de Davos ha concluido que si los países del mundo, especialmente los mas pobres, no hacen algo para controlar la obesidad y las otras enfermedades crónicas no trasmisibles, no habrá dinero que les alcance en el futuro y que los países pobres detendrán su desarrollo socio económico. Y esto porque de los 35 millones de personas que mueren por enfermedades crónicas (incluyendo la obesidad), 80% ocurren en países pobres.
El problema de la obesidad en el mundo me parece que es harto conocido.
En Estados Unidos por ejemplo, 70% de los adultos y 30% de los niños tienen sobrepeso u obesidad. La diabetes de tipo 2, la que esta asociada a la obesidad, es una verdadera epidemia en ese país y a tanto llega la gravedad de este asunto, que niños pequeños y adolescentes están adquiriendo la obesidad por la gordura que llevan. El costo de la obesidad en ese país se estima en 147 mil millones de dólares anuales.
En América Latina la cosa se esta poniendo cada día peor y en ese sentido, el caso de México es muy revelador.
En enero del 2011, el presidente de México anunció que su país ocupa el primer lugar en el mundo en obesidad infantil y de adultos y el primer lugar en el mundo en diabetes infantil . También dijo que en los últimos ocho años, la atención de las enfermedades relacionadas a la obesidad aumentó en un 60% y que el gasto de atención a las enfermedades causadas por la obesidad es de 2,330 mil millones de euros al año.
En ese país, además de haberse documentado un progresivo aumento del sedentarismo a todo nivel, se ha documentado una tendencia al abandono de la comida tradicional mexicana, la cual ha sido rápidamente reemplazada por la comida chatarra.
Al respecto, se han documentado los siguientes datos:
- En catorce años cayó un 30% el consumo de frutas y verduras.
- En veinte años cayó un 50% el consumo de frijol que era el pilar de la alimentación junto con el maíz.
- En catorce años el consumo de refrescos azucarados aumentó 40% en la población general y 60% entre los pobres.
Y todo ese aumento en las cifras de obesidad y sus consecuencias se produjo en medio de enormes campañas educativas de la Seguridad Social y la Secretaria de Salud, campañas educativas que estaban destinadas a hacer que los padres de familia sepan escoger los alimentos mas saludables para sus hijos.
Sin duda que esas campañas educativas no funcionaron por que habían fuerzas mucho mas poderosas que hicieron que la comida tradicional mexicana sea reemplazada por la comida chatarra y las bebidas altamente azucaradas y que niños y adultos se vuelvan mas sedentarios.
Es debido a esa relativa debilidad que tienen los programas educativos para poder cambiar el comportamiento de las personas, debilidad que se acentúa por la enorme cantidad de dinero que gasta la industria de alimentos procesados en promocionar sus productos; que muchos expertos en salud pública piensan que tanto la promoción como la disponibilidad de esos alimentos procesados debe ser regulada por el estado.
El proyecto de ley peruano
Recientemente se ha presentado en el congreso peruano un proyecto de ley para regular los mensajes publicitarios de comida chatarra, disminuir el acceso de comida chatarra en las escuelas y aumentar la actividad física de los niños escolares. La introducción de ese proyecto de ley ha desatado un debate muy intenso entre todas las partes que de uno u otro modo se ven afectadas por el alcance de ese proyecto ley.
Los proponentes de la ley dicen que el problema de la obesidad en el Perú, especialmente entre los niños, esta aumentando enormemente (ya esta en 23%) y que por tanto es justo y necesario que además de programas educativos y de actividad física en las escuelas, se legisle para regular el modo en que se hace la propaganda de una infinidad de alimentos procesados y multiprocesados ricos en grasas saturadas, sal y azúcar (alimentos llamados chatarra) y de bebidas con alto contenido de azúcar. Dicen que la propaganda es engañosa y esta injustamente dirigida a captar la atención de millones de niños "presos" de los medios de comunicación y que no tienen otra elección que mirar las incesantes propagandas de comida chatarra.
Afirman que no se intenta prohibir ningún tipo de alimento, sino de regular el tipo de mensajes que los anunciantes usan para vender sus productos. Dicen que sin regulación, es injusto luchar contra una industria que gasta millones en propagandas de sus productos. Dicen además que los gastos producidos por las enfermedades derivadas de la obesidad le costarán una enorme cantidad de dinero al estado y que por lo tanto el estado tiene el derecho de legislar para proteger la salud de los niños y adolescentes y velar por su futura salud económica.
Los oponentes dicen que el estado no tiene ningún derecho de entrometerse en un asunto que es de única competencia de los padres de familia. Dicen que la elección de los alimentos que se le dan a los niños es de exclusiva competencia de los padres y que además es muy peligroso que el estado quiera regular la libre expresión de los anunciantes, regulación que ellos ven como el primer paso en la erosión de otras libertades individuales y sociales en el futuro.
Dicen que la mala alimentación no es la única causa de la obesidad infantil y que mas bien el estado debería fortalecer sus programas educativos, porque en su interpretación, una persona educada es capaz de saber escoger lo que se pone en la boca. Dicen también que una regulación de la industria de alimentos procesados acarrearía desempleo y perdidas económicas y que las empresas de publicidad perderían millones. Algunos han ido mas allá y postulan que, al disminuir los ingresos publicitarios privados, esta ley hará que los medios de comunicación se vuelvan "dependientes" de los dineros del estado y ven en la ley un escondido modo de "controlar" los medios de comunicación...
¿Qué nos ha enseñado la historia de ese enfrentamiento entre la salud pública y la industria?
La historia del Dr. Snow
Corría el año de 1853 y Londres sufría una de las tantas epidemias de cólera que cobraba miles y miles de victimas en la ciudad. En esa época no se habían descubierto todavía las bacterias (el cólera es causada por una bacteria llamada Vibrio cholera) y la medicina de la época creía que el cólera se transmitía por las "miasmas" o aires pestilentes que eran la norma en la ciudad.
Pero el Dr. John Snow no creía que la causa de la enfermedad eran las miasmas sino que el estaba convencido que había algo en el agua que tomaba la gente de ciertos barrios londinenses, lo que ocasionaba el cólera.
El problema era que el agua de la ciudad era distribuida por dos grandes y poderosas compañías que tenían el monopolio de distribución del agua en la ciudad de Londres y el Dr. Snow había mapeado los casos de cólera de la ciudad al área de distribución de una de las compañías y lo que el quería era cerrarla.
Por supuesto que los dueños de la compañía afectada se le fueron encima, lo acusaron de ignorante, de fanático y de querer destruirle su lucrativo negocio. El Dr. Snow consiguió el apoyo del alcalde de la ciudad (la salud pública necesita siempre del apoyo de políticos visionarios y bien intencionados) quien a pesar de todas las amenazas de la poderosa compañía, ordenó su cierre.
Esa simple, pero atrevida medida, no solo terminó con la epidemia de cólera de 1854, sino que también nos mostró el primero de tantos enfrentamientos entre una económicamente poderosa industria y la salud pública.
Muchos dicen que si la empresa de agua clausurada hubiera tenido una agencia de publicidad y un poderoso medio de comunicación aliado, nunca los hubieran cerrado y que probablemente hubieran argumentado que la gente tenia la libertad de tomar el agua que deseara y que el gobierno no tenia porque inmiscuirse en esa decisión...
El control del tabaco
La historia del control del tabaquismo tiene muchas similaridades con la actual lucha contra la obesidad, tanto en términos de los protagonistas como en las estrategias de enfrentamiento.
El cigarrillo fue inventado a fines de los 1800 y su uso se disparó sin medida durante los primeros 40 años del siglo pasado, su consumo fue asociado a la buena vida y la industria del tabaco se convirtió en una de las mas poderosas del mundo. En algún momento, la prevalencia del consumo de cigarrillos llegó al 70 u 80% de la población, todo el mundo fumaba como chimenea y muy pocos percibían eso como una amenaza a la salud. Los pocos ciudadanos y científicos que protestaban el uso del cigarrillo, eran etiquetados como locos y fanáticos. El fumar cigarrillos se convirtió en la norma social, el que fumaba era una persona "normal", el "anormal" era el que no fumaba.
Fíjese que paralelo con el caso de los alimentos procesados y las bebidas altamente azucaradas, empezaron hace mas de 50 años para hacerle fácil la vida a la gente, se consumen en todo el mundo y se considera que el consumir comida procesada "es normal" por que es parte de la vida moderna. Aquellos que dicen que puede ser dañina, son considerados fanáticos, fuera de lugar y que van en contra del desarrollo.
Fue recién en 1950 que apareció el primer estudio científico que demostraba que el cigarrillo podía causar cáncer de pulmón y por tanto levantaba por primera vez el dedo acusador en contra del cigarrillo.
Inmediatamente se movilizaron los mismos actores que vemos que ahora se levantan en la lucha contra la obesidad:
- Los defensores de la salud pública.
- La industria del tabaco.
- Las grandes empresas de publicidad que vivían de las propagandas de cigarrillos.
- Los medios de comunicación que dependían económicamente de los avisos de publicidad de cigarrillos.
- Los defensores de los derechos individuales de las personas que no creían que el estado debía recortarle la libertad de fumar a sus ciudadanos y
- Los políticos que se inclinaban por uno u otro lado de acuerdo al vaivén de las olas electorales.
Ante la amenaza de la regulación de sus cigarrillos, la industria del tabaco y sus aliados reaccionaron inmediatamente, tomando varias medidas:
- Dijeron que los adultos ya eran lo suficientemente grandecitos para saber lo que hacían y que el fumar cigarrillos era una decisión individual y que había que respetarla. El que quería auto destruirse pues, lo podía hacer porque era libre de hacerlo. Algo parecido dicen ahora quienes proponen que las personas son libres de consumir la comida chatarra o de tomar las bebidas altamente azucaradas que deseen y que el estado no debe inmiscuirse en esa decisión.
- Dijeron que las propagandas del cigarrillo no eran para inducir a que la gente fume sino para "informarlos" acerca de las múltiples opciones de cigarrillos que tenían frente a ellos. Algo parecido dicen ahora quienes argumentan que prohibir la propaganda de comida chatarra en horario infantil significa "recortar la libertad" del adulto de estar bien informado acerca de la comida chatarra que tiene a su alrededor.
- Dijeron que cualquier intento de regular la publicidad era un atropello en las libertades de expresión y de creación de los anunciantes. En el debate peruano, este es el punto mas usado por muchos periodistas parcializados que esgrimen este punto al no atreverse a defender directamente el interés económico de las empresas radiodifusoras para las que trabajan.
- Que estaba bien, que reconocía que sus productos podían ser "un poco" dañinos por lo que había que "mejorarlos" un poco. Para eso, crearon los filtros, los cigarrillos light y los cigarrillos mentolados. Es decir, se estaban "autorregulando"... algo que también desean hacer los fabricantes y anunciantes de comida chatarra en el Perú.
- Que debían ser buenos ciudadanos y para ganar buena imagen debían apoyar los eventos comunitarios de todo tipo, incluyendo eventos deportivos. Lo mismo hace la industria de alimentos procesados y de bebidas altamente azucaradas, son auspiciadores de todo tipo de eventos comunitarios y eventos deportivos.
- Que los estudios que relacionaban el uso del cigarrillo con el cáncer eran estudios mal hechos y que no probaban nada. Para esto hicieron algo muy astuto, crearon el tristemente célebre "Instituto del Tabaco", una organización que pagaba millonarias sumas a científicos para que se dediquen a "sembrar la duda" acerca de los estudios científicos que publicaban los investigadores que encontraban alguna relación entre cáncer y cigarrillo. Es decir la industria del tabaco atacaba a los científicos con otros científicos. Un famoso caso es el de la Argentina en el que reconocidos científicos argentinos trabajaban a escondidas para la industria del tabaco.
En el caso peruano también se esta usando esta misma estrategia. Una conocida nutricionista peruana tuvo un ataque de rabia en un reciente noticiero de la televisión peruana. Dicha nutricionista se presentó en el noticiero acompañada del presidente de la Sociedad Nacional de Industrias del Perú y entre ambos rechazaban cualquier intento de regulación de la comida chatarra y las bebidas altamente azucaradas. Cuando la periodista, y desde mi punto de vista en perfecto ejercicio de su rol profesional, le pidió que le aclare al público si era asesora de la industria de alimentos que se opone al proyecto de ley, la furiosa nutricionista se ofendió profundamente por la pregunta y no quiso reconocer su asesoría.
Curiosamente, solo unas semanas antes, en un programa de CNN Chile, la nutricionista había sido presentada como "asesora de la industria de alimentos, laboratorios farmacéuticos y de la cosmética del Perú…", sin que ella objete ese título.
Tan llamativa fue esta escena que hasta provocó que una psicóloga escribiera una interesante columna acerca del incidente en un diario de la capital peruana.
A pesar de todas esos recursos, la lucha de salud pública contra la industria del tabaco continuó y en el camino quedó prohibida la publicidad de cigarrillos en radio, televisión, periódicos y revistas; quedó prohibido el regalo de cigarrillos en lugares públicos y la propaganda dirigida a los niños (como el famoso Joe Camel), se aumentaron los impuestos al cigarrillo, se obligó a las compañías tabacaleras a que pongan chocantes fotografías acerca de las enfermedades en cada paquete de cigarrillos, etc.
Posteriormente se ampliaron los grandes programas de control del tabaquismo, programas que han hecho posible que millones de personas puedan ahora respirar en todo lugar público un aire libre del peligroso humo del cigarrillo.
Pero el debate entre salud pública y libertad individual continúa, sobre todo en países de bajos y medianos ingresos, lugares en los que la poderosa industria del tabaco logra todavía influir en las legislaturas y organizaciones privadas, sembrando el temor y atizando los sentimientos de libertad individual de la ciudadanía.
Todavía se escucha decir en algunos países que el fumador fuma porque quiere y que puede hacerlo delante de quien quiera y en donde quiera, por que ese es su derecho... Ese mismo razonamiento se usa para estigmatizar al paciente de cáncer de pulmón, a quien se le acusa de haberse causado su enfermedad porque fumó a pesar de todo lo que le decían...
Lo mismo sucede con los intentos de regular a las poderosas industrias de comidas y bebidas altamente azucaradas, algunos dicen que la gente es libre de comer y tomar lo que quiera y que el gordo es gordo porque le da la gana y que si se enferma, pues ese es su problema y que sufra las consecuencias; y en el caso de los niños gordos, la culpa es de los padres que no se han "educado" para saber escoger lo mejor para sus hijos. Dicen ellos que la industria no es la causa de ningún problema, que ellos solo se limitan a vender sus productos...
Conclusión
En mi opinión, los derechos individuales y de las empresas deben ser una altísima prioridad en el ejercicio de la salud pública, pero estos derechos pueden ocasionalmente ser secundarios al derecho que tiene la población de ser protegida, especialmente cuando en medio esta la salud de los niños que no tienen todavía el juicio para discernir lo que ven en la televisión o que no tienen padres lo suficientemente educados como para saber distinguir lo cierto de lo engañoso.
Un buen ejemplo de ese pensamiento se dio recientemente, en el que el alcalde de Nueva York propuso limitar la venta de sodas o gaseosas en envases de mayor capacidad que 16 onzas o 473 centímetros cúbicos. El alcalde dice que eso limitaría el consumo de esos tan dañinos productos, los opositores dicen que esa iniciativa es un atropello a la libertad individual y a la libertad de las empresas.
La historia de la salud pública nos ha enseñado que la protección de la comunidad es mas importante que el derecho individual y de las industrias que están detrás de ellos. De allí que la máxima de Cicerón Salus populi suprema lex esto se vuelve mas cierta que nunca.
Salus populi suprema lex esto quiere decir "Haced que el bienestar del público sea la ley suprema" y puede interpretarse como que el bienestar de la comunidad tiene siempre precedencia sobre los derechos individuales y de las empresa.
Esta acepción es respetada por todas las cortes en el mundo. Y usted amable lector, ¿en que lado del debate se pone?
Doctor Elmer Huerta